Los nativos americanos utilizan el sonido para organizar comunidades
En el siglo IX, los líderes comunitarios del Chaco utilizaron binoculares hechos con caracolas para movilizar a la comunidad local. Los ladridos, recogidos a más de 1.000 kilómetros de distancia, probablemente fueron escuchados por casi todos los miembros de una comunidad. De hecho, es posible que los chacoanos hayan construido sus comunidades en torno a la capacidad de escuchar este sonido.
Paisajes sonoros antiguos
Entre el 900 y el 1150 d.C., el Cañón del Chaco en Nuevo México fue un próspero centro cultural para los habitantes ancestrales. Esta zona fue el corazón de una vasta red de comunidades que construyeron imponentes casas y monumentos de piedra. Las comunidades estaban altamente organizadas, con sofisticados sistemas de carreteras que las conectaban, lo que sugería una estructura social compleja con amplio comercio y comunicación.
«El Cañón del Chaco está rodeado por más de cien grandes comunidades de origen no estudiadas», dice la autora principal, la profesora Ruth Van Dyke de la Universidad de Binghamton. «Nos propusimos determinar si las grandes comunidades de viviendas fuera del cañón exhibían relaciones similares a las del Chaco Canyon entre el paisaje, el diseño de la comunidad y el sonido».
Sin embargo, algunas cosas sobre estas culturas no están claras. Tomemos, por ejemplo, las caracolas.
Se han encontrado trompetas de caracola en varias comunidades alrededor del Cañón del Chaco. Hoy en día, todavía desempeñan un papel en algunas prácticas rituales, incluso si la fuente de conchas más cercana está a unos 1.000 kilómetros de distancia. Por lo tanto, debe ser importante reunirlos hasta ahora. Pero, ¿cómo se utilizaban los binoculares?
Para llegar al fondo de esto, los investigadores modelaron digitalmente el sonido de una trompeta con una caracola en relación con otras características del paisaje. Calcula qué tan lejos pueden viajar algunos sonidos en el ambiente y qué tan fuertes se escuchan en varios lugares.
Estos «paisajes sonoros» resultantes muestran que se podían escuchar toques de trompeta desde lugares estratégicos en toda la comunidad.
«Esto no difiere de la idea de una campana de iglesia medieval que llama a una comunidad a misa», afirma el profesor Van Dyke.
La arqueología es a menudo una ciencia muy visual. Los investigadores encuentran cosas y las analizan visualmente. Pero en este estudio el equipo se centró en los sonidos.
El concepto de ‘paisajes sonoros’ (el entorno sonoro que consta de sonidos tanto naturales como humanos) ofrece una valiosa visión de la vida chacoana. El estudio utilizó modelos del Sistema de Información Geográfica (SIG) para mapear la gama de sonidos emitidos por casas grandes, revelando una superposición con los sitios de vivienda comunitaria.
Esto sugiere que estar dentro de una distancia auditiva probablemente fue una consideración en la planificación de asentamientos, al igual que las prácticas modernas de zonificación basadas en los niveles de ruido o la visibilidad.
También se ven edificios chacoanos estratégicamente posicionados entre sí. Los investigadores creen que el rango audible de las trompetas de caracola que suenan desde estos edificios puede haber fortalecido los lazos comunitarios. El sonido actúa como un muro invisible que conecta a las personas a través del paisaje. En pocas palabras, las trompetas de caracola sirvieron como un llamado a la comunidad, aunque el propósito no está del todo claro.
«Los paisajes sonoros eran dimensiones significativas de experiencias, paisajes y entornos pasados y son aspectos importantes de la interacción social en el mundo antiguo», observa el profesor Van Dyke. «La gestión de sitios arqueológicos y patrimoniales debe incorporar la consideración del entorno auditivo».
¿Diseñado en torno a sonidos?
El equipo modeló los sonidos en cinco comunidades. En cada uno de ellos, el rango acústico fue impresionante.
- bis sa’ani: El sonido de los binoculares en este sitio llegó a aproximadamente el 62,5% de las viviendas cercanas, limitadas por accidentes geográficos naturales que bloqueaban el sonido en ciertas direcciones.
- Kin Klizhin: En este caso, la gama fue aún más amplia, con una cobertura de alrededor del 69,6%, lo que pone de relieve el papel del sonido en las comunicaciones y reuniones diarias.
- Morris 40 y Padilla Lavado: Ambos sitios mostraron una cobertura significativa, a pesar de las barreras físicas como las colinas y crestas que dan forma al paisaje sonoro.
- Pierre’s: Mostró un uso sofisticado del paisaje para maximizar la conexión auditiva, con el sonido llegando a la mayoría de los espacios habitables de la comunidad.
El paisaje sonoro es tan impresionante que los investigadores se preguntan si las comunidades se formaron en torno a la acústica del entorno. De ser así, el sonido habría jugado un papel importante en el mantenimiento de las estructuras sociales dentro de la cultura chacoana. La capacidad de escuchar anuncios o ceremonias de los líderes comunales puede haber fortalecido el sentido de pertenencia y el cumplimiento de las normas comunitarias.
Todo esto es un tanto especulativo pero, sin embargo, es una dirección apasionante para la investigación arqueológica. El estudio de paisajes sonoros antiguos nos invita a escuchar los ecos del pasado, proporcionando una comprensión más completa y rica de la vida y las comunidades antiguas. Las huellas sonoras dejadas por los chacoanos nos dicen más que dónde construyeron sus casas; sugieren una sociedad profundamente en sintonía con su paisaje, que utiliza el sonido como herramienta de cohesión y control.
“Nuestro estudio de los paisajes sonoros en las comunidades de casas grandes del Chaco permite obtener una visión tentadora de la cohesión comunitaria. Nuestra investigación sugiere que, al igual que la difusión del sonido de una campana de iglesia en la época medieval, el sonido de una trompeta de caracola puede haber sido un elemento que unía a las comunidades del Chaco».
Referencia de la revista: Antigüedad 2024 vol. 0 (0): 1–18. https://doi.org/10.15184/aqy.2024.54
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