¿Qué hace que algunas personas sean imanes más grandes para los mosquitos?

¿Qué hace que algunas personas sean más atractivas para los mosquitos? Los investigadores tienen respuestas para usted.

El verano está a la vuelta de la esquina y, con él, más oportunidades para divertirse y tomar el sol. Pero más tiempo al aire libre significa más posibilidades de sufrir otra molestia común del clima cálido: las picaduras de mosquitos.

Los investigadores de la Universidad de Washington esperan que esos bultos que pican pronto se conviertan en cosa del pasado.

Jeffrey Riffell, profesor de biología, estudia los sistemas sensoriales de los mosquitos, en particular su sentido del olfato. Él y su equipo quieren entender cómo los mosquitos encuentran alimento, ya sean machos (que beben néctar) o hembras (que beben sangre cuando intentan producir huevos).

La investigación de Riffell demostró que los mosquitos hembra hambrientos nos encuentran siguiendo un rastro de olor, que incluye sustancias químicas liberadas por nuestra piel y sudor, así como el gas dióxido de carbono que exhala con cada respiración.

A los mosquitos también les encantan los colores, al menos algunos. Su equipo está investigando cómo los sentidos visual y olfativo trabajan juntos para ayudar a un mosquito a concentrarse en su ataque final y alimentarse de sangre.

En Estados Unidos, el cambio climático está abriendo nuevos hábitats para los mosquitos. Washington cuenta actualmente con 20 especies, incluidas aquellas que pueden transmitir el virus del Nilo Occidental.

Saber qué atrae a los mosquitos (los machos a las flores, las hembras a las personas) puede ayudar a desarrollar mejores esfuerzos de control y contención contra estos insectos, cuyas picaduras también pueden transmitir malaria, Zika, dengue, fiebre amarilla y otras enfermedades.

Las trampas que matan o envenenan a los mosquitos, por ejemplo, son más efectivas si emiten un olor que atrae a los mosquitos.

Las enfermedades transmitidas por mosquitos matan a cientos de miles de personas cada año. Riffell y su equipo esperan que sus esfuerzos puedan ayudar a reducir esos números.

Fuente: Universidad de Washington