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Revisión – Soberanía cibernética

Revisión – Soberanía cibernética

Soberanía cibernética: seguridad internacional, comunicación de masas y el futuro de Internet
A través de Lev topor
Saltador2024

Soberanía cibernética es muy relevante para la dinámica geopolítica actual, ya que aborda cuestiones apremiantes como la guerra cibernética, la desinformación y el papel de la tecnología en las luchas de poder internacionales. El análisis de Lev Topor proporciona información valiosa sobre cómo los Estados navegan por las complejidades de la era digital y las implicaciones para la seguridad y la estabilidad globales. Más allá del análisis técnico y político, Topor plantea importantes cuestiones éticas y filosóficas sobre la soberanía, la libertad de expresión y el equilibrio entre seguridad y libertad en el ciberespacio. El libro examina el complejo y cambiante panorama del ciberespacio y sus implicaciones para las relaciones internacionales, la seguridad y la gobernanza. Toper ofrece un análisis exhaustivo de cómo los Estados-nación afirman cada vez más el control sobre sus dominios digitales, adaptando versiones de Internet que se alinean con sus agendas políticas, religiosas, culturales y de seguridad.

Después del Capítulo 1, sobre la metodología, argumentos y conclusiones del estudio, Topor ofrece un panorama histórico del desarrollo de Internet desde sus orígenes como proyecto de defensa estadounidense (ARPANET) hasta su estado actual como red de comunicación global. Este contexto es crucial para comprender las luchas de poder geopolítico en torno al ciberespacio. Topor sostiene que Internet, inicialmente percibida como una herramienta para la unidad global, se ha convertido en un espacio en disputa donde los estados luchan por el control y la influencia.

El capítulo 3 examina los conceptos de soberanía, poder y seguridad internacional tal como se aplican al ciberespacio. Topor introduce la idea detrás de la «cibersoberanía», refiriéndose a los esfuerzos de los estados nacionales para controlar su segmento de Internet del mismo modo que controlan sus fronteras. Al construir fronteras digitales y regular el contenido, los estados buscan proteger los intereses nacionales y mantener la estabilidad social. El libro continúa explorando ejemplos como el Gran Cortafuegos de China, la RuNet de Rusia, la Red Nacional de Información de Irán y el ciberespacio cerrado de Corea del Norte conocido como Kwangmyong («estrella brillante»), en contraste con los relativamente abiertos pero vulnerables Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. ciberespacio.

En el Capítulo 4, Topor profundiza en el campo de la guerra cibernética y destaca cómo los ataques cibernéticos se han convertido en una nueva frontera en los conflictos internacionales. El capítulo explora 500 casos importantes de guerra cibernética y también detalla incidentes como el ciberataque ruso a la red eléctrica ucraniana, el ataque de ransomware WannaCry de Corea del Norte, los supuestos ciberataques rusos a los procesos electorales de EE. UU. y más, mostrando cómo las operaciones cibernéticas pueden perturbar infraestructura nacional y plantean importantes amenazas a la seguridad. Topor enfatiza la importancia de desarrollar medidas sólidas de ciberseguridad y cooperación internacional para mitigar estos riesgos.

Una parte importante del libro está dedicada al fenómeno de la desinformación y su impacto en la resiliencia nacional. En el capítulo 5, Topor pregunta “¿Son los países inmunes a las noticias falsas? Examina cómo los actores estatales y no estatales utilizan el ciberespacio para difundir información falsa, manipular la opinión pública y desestabilizar las sociedades. Los estudios de caso de las operaciones de influencia rusa en Estados Unidos y Europa, así como de las noticias falsas lideradas por Irán y Hamás en Israel, proporcionan ejemplos concretos de cómo las campañas de desinformación pueden influir en los resultados políticos y reducir la confianza en las instituciones democráticas. Tiene razón al hacer preguntas con respuestas difíciles como: ¿cómo puede un país tomar represalias por una historia falsa en línea? ¿Es una historia falsa más peligrosa para una nación que un misil? Sostiene que los países no son inmunes a la desinformación, que puede desestabilizar y crear caos. Cada nación decide cómo tomar represalias por las «noticias falsas» teniendo en cuenta los riesgos de dichas represalias.

En el Capítulo 6 se exploran los países con una ciberdefensa sólida y espacios digitales controlados (dominios cibernéticos seguros (SCD). Topor lleva a cabo una revisión estructurada y por pares de los SCD en Corea del Norte, China, Rusia, Irán y Arabia Saudita. También analiza los apagones de Internet en India y Myanmar, entre otros. Por el contrario, el Capítulo 7 se centra en los dominios cibernéticos vulnerables (VCD), destacando los países con espacios de Internet más abiertos y vulnerables. Revisa los ciberespacios de Estados Unidos, Reino Unido e Israel. Topor también analiza el ciberespacio europeo en su conjunto, al que se refiere como un «ciberbloque» debido a los esfuerzos regulatorios de Europa destinados a regular el ciberespacio, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea, la Ley de Servicios Digitales (DSA ), y la Ley de Mercados Digitales (DMA), entre otras.

Estos marcos en los Capítulos 6 y 7 representan intentos de equilibrar la soberanía nacional con la necesidad de estándares y cooperación internacionales. Estos capítulos muestran diferencias críticas en materia de soberanía cibernética. El análisis comparativo de los ciberespacios seguros y vulnerables se encuentra entre los puntos fuertes del libro, y ofrece perspectivas esclarecedoras sobre cómo las diferentes naciones elaboran estrategias para su gobernanza digital. Estos capítulos son fundamentales para mostrar las manifestaciones prácticas de la cibersoberanía. Sin embargo, un examen más crítico del impacto en la sociedad civil y la cooperación internacional habría fortalecido el análisis.

Topor explica que el libro trata de estrategia y no de derechos humanos. Sin embargo, estas estrategias tienen implicaciones de gran alcance para todos nosotros. Restringir Internet, censurar y limitar la libre expresión pueden socavar derechos humanos fundamentales como la libertad de expresión y el acceso a la información, debilitando la democracia y la sociedad civil. Estas medidas pueden sofocar la innovación, suprimir la disidencia y conducir a la polarización social, el estancamiento económico y una menor colaboración global en materia de derechos humanos. Existe una delgada línea entre demasiada censura y poca censura.

El libro sostiene que si bien estos esfuerzos son un paso en la dirección correcta, lograr un consenso global sobre la gobernanza del ciberespacio sigue siendo un desafío formidable. Finalmente, el Capítulo 8 presenta las predicciones de Topor para el futuro de Internet y analiza escenarios potenciales. Topor predice cuatro escenarios para el futuro desarrollo o segmentación de Internet: (1) la Status quo de los acontecimientos actuales relacionados con el ciberespacio, (2) el surgimiento de derecho internacional aplicable en relación con el ciberespacio, (3) la creación de dominios cibernéticos «autónomos» soberanos y seguros, y (4) la formación de ciberbloques, ejemplificados por la evolución del sistema europeo ciberespacio. Si bien son intrigantes, estas especulaciones a veces parecen demasiado deterministas, subestimando el potencial de las tecnologías emergentes y los movimientos de la sociedad civil para remodelar el panorama digital.

Si bien el libro ofrece un análisis exhaustivo de las perspectivas centradas en el Estado sobre la cibersoberanía, tiende a pasar por alto las implicaciones para los derechos humanos y la inclusión digital. El enfoque en la seguridad y el control nacional puede distraer la atención de la importancia de garantizar que el ciberespacio siga siendo una plataforma abierta e inclusiva para todos los usuarios. Una discusión más equilibrada de estos temas habría fortalecido el argumento general del libro. Además, si bien el libro reconoce el papel de actores no estatales como los ciberdelincuentes y las organizaciones terroristas, no explora su impacto con suficiente profundidad. Estos actores desempeñan un papel importante en el panorama digital y sus actividades pueden tener profundas implicaciones para la seguridad nacional y la estabilidad internacional. Una de las principales fortalezas del libro es su análisis integral y multifacético de la cibersoberanía. Topor integra con éxito perspectivas históricas, técnicas, políticas y legales para proporcionar una comprensión holística del tema. Este enfoque interdisciplinario hace que el libro sea un recurso valioso para académicos y profesionales de las relaciones internacionales, la ciberseguridad y la gobernanza digital. El uso de estudios de casos en profundidad es otra fortaleza notable, que proporciona evidencia concreta para respaldar los argumentos de Topor. Soberanía cibernética hace una contribución significativa a la literatura sobre relaciones internacionales y también a las políticas cibernéticas, especialmente en su enfoque interdisciplinario para analizar las intersecciones de tecnología, seguridad, gobernanza y sociedad. El libro es una adición crucial al discurso sobre la seguridad internacional y el futuro de Internet, y desafía a los lectores a reconsiderar el papel del ámbito digital en la política global. Las investigaciones futuras deberían basarse en esta base, profundizando en los impactos matizados de la cibersoberanía en la equidad y la libertad digitales globales.

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