La ventana del artista a la cultura: Trump es un síntoma

Crecimos en una cultura empeñada en encontrar soluciones fáciles a problemas complejos.

«Mi retrato presidencial oficial», de Tim Holmes

Sentimos dolor e inmediatamente queremos tragar un paliativo. Estamos lidiando con un líder horrible como Trump ––que incita a una revuelta contra el gobierno–– y debemos hacer lo mismo. Pero al igual que una enfermedad, Trump es sólo un síntoma de un problema más profundo. No podemos curarnos a nosotros mismos reduciendo los síntomas. Nunca nos recuperaremos de nuestra horrible enfermedad sin investigar y abordar la raíz del problema.

Como señala Isabel Wilkerson en su maravilloso libro Casta, nuestra gran nación se fundó sobre los principios de igualdad pero se construyó sobre los de casta. Lamentablemente, el racismo se ha ocultado tras ese problema y, por lo tanto, creemos que si abordamos el racismo el problema se resolverá. Pero por más horrible que sea el racismo, el problema es más profundo que eso. Debemos curarnos de la tentación de creer en cualquier división entre los dignos y los indignos, entre los «elegidos» y los demás. En una verdadera democracia basada en la igualdad, todos los participantes son dignos. Pero todavía nunca hemos vivido la verdad de que todos somos creados iguales.

¡Aquí es donde la democracia se vuelve difícil para todos nosotros! A mí mismo me gusta pensar que las personas sin educación son indignas, o tienen una orientación violenta, o son activistas por el derecho a portar armas, o personas pro-vida que apoyan la pena de muerte (aunque, por supuesto, ¡Soy digno!) Siempre es difícil defender los derechos de aquellos con quienes no estamos del todo de acuerdo. Pero si queremos exorcizar al demonio entre nosotros tenemos que abrazar esa idea fundamental. Así es la democracia en acción; Nunca ha sido tan elegante y la peor forma de gobierno hasta ahora… ¡excepto ––como nos recuerda Churchill–– para todas las demás!