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Cómo controlar la enfermedad renal sin diálisis

Cómo controlar la enfermedad renal sin diálisis

Crédito: Unsplash+.


La enfermedad renal ocurre cuando los riñones, que filtran los desechos y el exceso de líquido de la sangre, están dañados y no pueden realizar sus funciones vitales adecuadamente.

Cuando la función renal disminuye significativamente, puede provocar una enfermedad renal terminal (ESRD), que generalmente requiere diálisis o un trasplante de riñón.

Sin embargo, para muchas personas con enfermedad renal temprana o moderada, existen formas de controlar la afección sin recurrir a la diálisis. Al realizar cambios en el estilo de vida y seguir los consejos médicos, es posible mantener la función renal y mejorar la calidad de vida.

La dieta juega un papel crucial en el manejo de la enfermedad renal. Una dieta adecuada para los riñones se centra en controlar el consumo de ciertos nutrientes para reducir el estrés en los riñones. Un aspecto clave es la limitación de sodio (sal), que ayuda a controlar la presión arterial y reduce la retención de líquidos.

Los niveles altos de sodio pueden hacer que los riñones trabajen más y empeorar el daño renal. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda consumir menos de 2300 miligramos de sodio por día y, para los pacientes renales, se pueden recomendar niveles incluso más bajos.

La ingesta de proteínas es otro factor importante. Si bien la proteína es esencial para la salud, cantidades excesivas pueden ejercer una presión indebida sobre los riñones.

La Fundación Nacional del Riñón sugiere que las personas con enfermedad renal consuman una cantidad moderada de proteínas, adaptada a su nivel de función renal y necesidades nutricionales. Las carnes magras, el pescado y las proteínas de origen vegetal como los frijoles y las lentejas son buenas opciones.

También es vital controlar los niveles de potasio y fósforo. Estos minerales pueden acumularse en la sangre cuando los riñones no funcionan correctamente, provocando problemas de salud graves. Los alimentos ricos en potasio, como los plátanos, las naranjas y las patatas, deben consumirse con moderación.

Asimismo, se deben limitar los alimentos ricos en fósforo, como los lácteos, los frutos secos y determinadas carnes. Se pueden recetar quelantes de fosfato, que son medicamentos que ayudan a prevenir la absorción de fósforo de los alimentos, para ayudar a controlar los niveles de fósforo.

Mantener un peso saludable mediante la actividad física regular es beneficioso para la salud en general y puede ayudar a controlar la enfermedad renal. El ejercicio ayuda a reducir la presión arterial, controlar los niveles de azúcar en sangre y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, todo lo cual es importante para la salud de los riñones.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan al menos 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada por semana, junto con actividades de fortalecimiento muscular dos o más días a la semana.

Controlar la presión arterial y el azúcar en sangre es fundamental para controlar la enfermedad renal, especialmente para aquellos con diabetes o presión arterial alta, que son las principales causas de daño renal.

A menudo se recetan medicamentos como los inhibidores de la ECA o los bloqueadores de los receptores de angiotensina II (BRA) para ayudar a reducir la presión arterial y proteger los riñones. El control regular y el mantenimiento de la presión arterial dentro del rango objetivo establecido por un proveedor de atención médica pueden retardar la progresión de la enfermedad renal.

El control eficaz de la diabetes es esencial para proteger la función renal. Esto implica controlar los niveles de azúcar en sangre, tomar medicamentos recetados y seguir una dieta saludable.

La Asociación Estadounidense de Diabetes enfatiza la importancia de mantener los niveles de azúcar en sangre dentro del rango recomendado para evitar complicaciones, incluido el daño renal.

Mantenerse hidratado es importante, pero las personas con enfermedad renal deben equilibrar cuidadosamente la ingesta de líquidos. Si bien beber suficiente agua ayuda a que los riñones funcionen, demasiado líquido puede provocar hinchazón y presión arterial alta.

Los proveedores de atención médica pueden brindar orientación específica sobre la cantidad adecuada de líquido según la función renal individual y la salud general.

Los controles médicos y análisis de sangre periódicos son esenciales para controlar la función renal y realizar los ajustes necesarios en los planes de tratamiento.

Pruebas como la tasa de filtración glomerular (TFG) y la relación entre albúmina y creatinina en orina (UACR) ayudan a evaluar la función renal y detectar signos tempranos de empeoramiento de la enfermedad. La intervención temprana y los ajustes oportunos del tratamiento pueden prevenir daños mayores y retrasar la necesidad de diálisis.

En resumen, controlar la enfermedad renal sin diálisis implica una combinación de cambios en la dieta, actividad física regular, control de la presión arterial y el azúcar en sangre, mantenerse hidratado y control médico frecuente.

Al adoptar estas estrategias y trabajar en estrecha colaboración con los proveedores de atención médica, muchas personas con enfermedad renal pueden mantener su función renal y vivir una vida más saludable.

Hacer estos cambios en el estilo de vida y seguir los consejos médicos puede mejorar significativamente los resultados y la calidad de vida de las personas con enfermedad renal.

Si le preocupa la salud de los riñones, lea estudios sobre cómo protegerlos de la diabetes, y beber café puede ayudar a reducir el riesgo de daño renal.

Para obtener más información sobre la salud renal, consulte estudios recientes sobre alimentos que pueden prevenir la recurrencia de cálculos renales y el consumo de nueces relacionado con un menor riesgo de enfermedad renal crónica y muerte.

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