El fallido tanque experimental ruso Tsar de la Primera Guerra Mundial era demasiado grande para tener éxito
Un tanque exitoso debe tener la capacidad de superar obstáculos físicos y navegar por terrenos accidentados para ser eficaz. Los diseñadores detrás del Tsar Tank pensaron en esto e intentaron hacer un vehículo que no bajara para cruzar el entorno. Las dos grandes ruedas delanteras estaban destinadas a ayudar al tanque a rodar fácilmente sobre terreno irregular, pero tenían un defecto fatal.
Si bien las dos gigantescas ruedas delanteras podían rodar casi cualquier cosa, el casco, la torreta, los cañones y el motor estaban colocados detrás de ellas, lo que provocaba que una cantidad significativa de peso reposara sobre la singular y pequeña rueda trasera. En una llanura con poca elevación, esta pequeña rueda trasera funcionó según lo previsto y actuó como volante del Tsar Tank. Pero cuando se presentaban situaciones del mundo real, como barro, surcos o pendientes, la bicicleta a menudo se atascaba. Esta desafortunada situación tuvo poco que ver con la potencia del motor, ya que el prototipo del Tsar Tank se benefició de motores robustos y reutilizados de dirigibles alemanes capturados. Afortunadamente, los tanques continuaron desarrollándose y las grandes diferencias entre los tanques de la Primera y la Segunda Guerra Mundial muestran los avances logrados.